En las últimas semanas estamos comprobando por los medios de comunicación y redes sociales un preocupante aumento de casos de acoso escolar o bullying. A quienes somos madres (o padres) obviamente este tipo de noticias y sucesos nos preocupan. En el siguiente artículo intentaremos informar sobre las posibles señales a las cuales deberemos de estar alerta para detectar si nuestros hijos están sufriendo algún tipo de acoso.
Lo más complicado dentro del acoso escolar o bullying es detectar estas señales o síntamos que pueden mostrar los niños. Por mucho que intentemos estar pendientes de nuestros hijos es posible que el día a día no nos permita detectar los síntomas de que nuestro hijo o hija está sufriendo acoso. Pueden no tratarse de daños o maltrato físico, aunque desde luego si nuestros hijos suelen llegar a casa con frecuencia con abrasiones o heridas es importante estar al tanto y preguntarle por su origen. Es posible que su respuesta sea que ha sido jugando pero si es demasiado frecuente la existencia de moratones, heridas, etc es una primera señal de alarma.
Siempre y cuando sean agresiones de tipo físico será fácil detectarlo. Sin embargo las más frecuentes son las de tipo de psicológico que no dejan una pista física a la cual seguir. En cualquier caso deberemos de diferenciar entre un incidente o agresión puntual y una situación constante de acoso escolar.
¿Cómo detectar el acoso escolar?
Como ya hemos comentado al principio, la existencia frecuente de contusiones, arañazos o heridas debe de ser una señal de alerta. Aunque no sea debido a un caso de acoso escolar es suficiente motivo para hablar con el profesor o tutor de nuestros hijos e intentar averiguar su origen. Puede deberse a un inadecuado mobiliario escolar o de juegos. O una falta de vigilancia en el recreo en el cual los alumnos puede que «campen a sus anchas» sin atención de los profesores lo cual es motivo suficiente también para hablar con ellos. En cualquier caso la característica principal del acoso escolar o bullying es la repetición continuada en el tiempo de esta situación.
También la pérdida o rotura de lápices, gomas, cuadernos y libros, o de la ropa frecuente es un síntoma de la existencia de algún tipo de acoso escolar o bullying. Unido a un descenso en su rendimiento escolar y desmotivación por la asistencia a clase o no hablar de sus amigos ya debería de ponernos en alerta sobre la existencia de algún tipo de problema en su clase.
La inapetencia o tristeza continuada en un niño es un signo inequívoco de que algo va mal. Incluso la existencia de sentimientos contrarios como malhumor o rabieta pueden ser síntomas de una frustración continuada en el colegio.
Los niños no son muy diferentes de los adultos. Generalmente la existencia de molestias o alteraciones gastrointestinales, angustia, problemas de sueño o inapetencia se asocian con frecuencia con estress y angustia en los adultos. En el caso de los niños es realmente muy palpable, sobre todo el domingo por la tarde, cuando se acerca el comienzo de la semana.
¿En qué edades es más frecuente?
Realmente la figura del acosador comienza a gestarse alrededor de los 10-11 años, al comienzo de la pre-pubertad, cuando los niños han seguido quizás un modelo parental erróneo o una falta de vigilancia. Es entonces cuando comienzan a emular un modelo acosador o violento. Esto le lleva a replicar esos comportamientos con sus compañeros. Es entonces cuando se muestra con mayor intensidad y por lo tanto en los cursos finales de primaria y primeros de secundaria suelen ser críticos en este tipo de episodios.
Pero si observamos alguno de estos síntomas, ¿cómo reaccionar?
Siempre deberemos de apoyar a nuestro hijo pero nunca deberemos de tomarnos la justicia por nuestra mano. Ello sólo complicaría la situación con una intervención paterna directa. En cualquier caso deberemos de contactar con los profesores y el director del centro. Por supuesto nunca culpabilizarle ni incitarles a devolver al niño la agresión pues el miedo se lo impide.
Deberemos de educarle a rehuir el enfrentamiento pues es lo que buscan los acosadores: un motivo para humillarle. Deberemos enseñarle a buscar un adulto responsable y que huir ante una situación de inferioridad no es motivo de vergüenza.
Está demostrado que al sacar a un niño acosado de su entorno e introducirlo en nuevo entorno sin el adecuado tratamiento es posible que vuelva recibir maltrato por otros acosadores en el nuevo colegio. Un cambio de colegio debe de ser la última opción. Es posible que nuestro hijo necesite atención psicológica y una especial atención, pero deberemos de insistir en que los padres o tutores de los acosadores hablen con ellos para corregir dicha situación.
En cualquier caso esperemos que no sean necesarios estos consejos, ni debemos obsesionarnos con un exceso de atención hacia nuestros hijos. En la mayoría de los casos suelen ser episodios puntuales pero siempre podemos preguntar al tutor de nuestro hijo sobre su comportamiento e insistir en que presten atención si efectivamente estos episodios son continuados. Os dejamos también un enlace a la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar donde os podrán asesorar e informar profesionales para elegir el mejor modo de actuación y dónde acudir.
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